Historia de la utilización de carrozas fúnebres en Colombia
En una reciente edición de la revista ASOPROINFU (Asociación de Profesional de la Industria Funeraria) de Venezuela, Fernando Arango participó con el tema de historia de las carrozas fúnebres en Colombia.
Para hablar sobre la historia de las carrozas fúnebres en Colombia, remontémonos hasta el último cuarto del siglo XIX, época en la cual se fundó la primera empresa funeraria del país. “La Funeraria Rendón” de Medellín, Antioquia, exactamente en el año 1872. Esta organización desde sus inicios, utilizó una original carroza fúnebre de tracción animal muy ornamentada. Esta innovación sustituyó a los llamados “peones para el entierro”; un grupo de personas contratada para transportar en hombros a los fallecidos, soportando el féretro en un “anda” de variados estilos. En 1896 se importó desde los Estados Unidos, una original carroza fúnebre de tracción animal, muy ornamentada y fue con ella con la cual empieza la historia del transporte fúnebre en Colombia. De ahí en adelante, otras funerarias otorgaron mas estética a los carretones de tracción animal que imitaban a la carroza importada por la Funeraria Rendón y algunas fueron construidas muy similarmente a las importadas, sobre “troques” o “muelles” traídos de los Estados Unidos.
En 1908 el señor Luis Gaviria, dueño de una flota de taxis en Medellín, realizó la importación del que fuera el segundo carruaje fúnebre de tracción animal original. El mismo era alquilado a la Funeraria Rendón y a otras empresas en Medellín, unas cinco en total. Sin embargo, algunas familias compraban un féretro rústico fabricado por algún ebanista y alquilaban carretones de tracción humana y animal.
En Bogotá, en 1883 se constituyó la empresa Funeraria Hernández, la primera en importar desde Francia una carroza fúnebre. Posteriormente, la Funeraria de Garay en 1885 y la Funeraria Gaviria en 1887, por cierto funeraria ésta aún vigente, introdujeron carrozas de tracción animal construidas por artesanos colombianos muy parecidas a las fabricadas en los Estados Unidos.
En el siglo XX y desde 1910 hasta 1950, había en Bogotá 26 funerarias más con transportes de tracción humana y animal, pero la gran atracción eran los transportes fúnebres de tracción mecánica y otra vez la Funeraria Rendón de Medellín importó en 1926 una unidad Lincoln de ese año y una funeraria de Santa Marta también importa un coche Studebaker 1926.
En la década del 50 para continuar la tradición iniciada en Medellín y Bogotá (la Funerarias Betancourt y Gaviria) traen al país el modelo Buick. A partir de los años 39, 49 y 50 y queriendo imitar a las funerarias venezolanas de esa época, se importaron unidades Packard; la marca más lujosa y costosa. Ello ocurrió especialmente en las ciudades fronterizas. Ya concluida la guerra, comenzaron a llegar a Colombia marcas como Cadillac, Buick, Pontiac y otras marcas americanas, con lo cual se innovó el parque automotor funerario de la época: Bogotá, Medellín, Manizales, Cúcuta, Cartagena y Santa Marta exhibieron los nuevos modelos.
Transformada así la industria funeraria, las empresas se destacaban en los rituales fúnebres en su comunidad, por la solemnidad y pomposidad de sus vehículos. Los estilos de carrocerías como las de Superior, Miller Meteor, Sayers & Scovill, Flexible, entre otros, se hicieron muy reconocidos dentro del mercado de las funerarias; dichas empresas eran originarias de los Estados Unidos, como únicos constructores de coches homologados para ese país sobre los chasises de marcas norteamericanas. En su mayoría estos vehículos tenían estilo de carrocería Landaw, característica muy de ese país, que se distinguía con un símbolo en hierro en forma como de S abstracta, utilizada desde la era de coches tirados por caballos: su estilo y simbolismo han prevalecido hasta nuestros días.
Al final de las décadas de los años 60, 70 y 80 se incorporaron los vehículos Station Wagon que adecuados y decorados hicieron las veces de coches fúnebres. Paralelamente, desde finales de los 50 hasta la época de los 80, muchas empresas en Colombia contaron con vehículos que siendo automóviles sedán de servicio particular, fueron alargados entre ejes y transformados con carrocerías fúnebres, traído a Colombia por el General Rojas Pinilla como coche fúnebre para el uso del Ejército de Colombia. Algunos de ellos fueron llamados también “pajareras”, por la característica de exponer floreros con el féretro expuesto y la ofrenda floral, siendo esta una innovación muy auténtica en Colombia y que engalanó miles de cortejos fúnebres. Generalmente estas transformaciones eran realizadas a vehículos de alta gama norteamericanos.
En las últimas cuatro décadas, a partir de 1980, se han continuado importando carrozas fúnebres originales, pero también se ha hecho costumbre utilizar con el mismo objeto, vehículos más livianos y de carrocería más pequeña, ejemplo: el tipo Station Wagon decorada y adecuada como fúnebre. Estas no son las mas adecuadas para los rituales y especialmente para la disposición final, por carecer de la arrogancia y solemnidad de las limosinas fúnebres que han caracterizado los verdaderos coches profesionales para el sector funerario.
Actualmente, solo hay en servicio un puñado de vehículos Lincoln Towncar, Cadillacs y otras marcas, fabricadas como limosinas por su decoración y alargadas entre ejes, con estilos europeos, conocidos como “vitrinas”, construidas en Colombia por empresas que se incorporaron a la transformación de automóviles o camionetas ampliadas en su estructura y longitud, que también han sido muy útiles.
El parque funerario de limosinas en Colombia es uno de los mas prestigiosos de América Latina.